El seguimiento médico de las personas con discapacidad es igual al de aquellas personas que no tienen discapacidad, y debe enfocarse en la prevención; sin embargo integran algunas medidas específicas dependiendo del tipo de discapacidad (ya sea cognitiva, motora o sensorial) así como el seguimiento a las comorbilidades y los programas de mantenimiento e inclusión social y laboral.
Por tanto, una persona con discapacidad deberá tener chequeos rutinarios con su médico base, regularmente un fisiatra, que además evaluaría la necesidad o no de utilizar el equipo multidisciplinario o auxiliarse de algún otro especialista para tratar alguna condición específica.
Así mismo, se evalúan las actividades de la vida diaria y su nivel de independencia funcional, así como la inclusión en actividades sociales, laborales y/o de ocio. Esta visión integral garantiza que tanto el paciente con discapacidad como sus familiares puedan tener una vida plena a pesar de la condición.
Se estimula a celebrar y exaltar la consecución de logros, como las primeras palabras, aunque fueren a los 5 años, de algún niño con una discapacidad relacionada al lenguaje expresivo, o los primeros pasos de algún adulto mayor luego de un encamamiento prolongado, ya que estas cosas van eliminando los estereotipos y las barreras relacionadas al ambiente y la sociedad, que es lo que alimenta en gran medida la falta de inclusión en sociedades como la nuestra, que aún se encuentra en un periodo de orientación y educación sobre esta realidad.