Nika Selivanova, de 13 años, hace la señal del corazón con sus manos para despedirse de su amiga Inna en la estación de tren de Jersón.
Minutos antes se abrazaron y lloraron. No saben cuándo volverán a verse.
La familia de Nika deja Jersón sin saber dónde terminará. Por ahora se dirigen a la ciudad de Khmelnytskyi buscando ayuda.
Los últimos días han sido demasiado para Elena, la madre de Nika.
«Antes, los rusos bombardeaban entre siete y 10 veces al día. Ahora entre 70 y 80, todo el día. Es demasiado aterrador. Amo Ucrania y mi ciudad, pero tenemos que irnos«, dice Elena.
Esta familia se encuentra entre los más de 400 residentes que huyen de Jersón tras intensificarse los bombardeos rusos en los últimos días.
Hace apenas unas semanas, el pasado 11 de noviembre, Jersón fue liberada por Ucrania, forzando la retirada de tropas rusas tras meses de ocupación.
En la noche de Navidad, cerca del punto donde sus habitantes habían agitado banderas ucranianas y celebrado ser liberados, un ataque ruso dejó 11 muertos y decenas de heridos.
La región de Jersón es de vital importancia para Rusia y con frecuencia se le llama la «puerta a Crimea».
Analistas dicen que, tras el avance ucraniano que recuperó la capital de la región, Rusia ha sido forzada a adoptar una posición defensiva.
Jersón está situada en el margen occidental del Dniéper, el río que ahora mismo separa las zonas controladas por Rusia en el sur de Ucrania y que se ha convertido de facto en la primera línea de fuego en el sur.
BBC MUNDO